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justina

El reencuentro con Ulises

      Justina se quitó la camiseta y dejó libres sus pechos turgentes, se subió a un caballo y lo cabalgó como no lo había cabalgado antes. El caballo se llamaba Ulises. Justina retomó la pasión y se movió contra él. Ulises intentó zafarse de ella, pero Justina no lo dejaba escapar. El efecto de los estupefacientes no ayudaba mucho en su concentración, pero de repente sintió como su gran miembro revivía... Justina lo notó y decidió, en contra de lo que decía su cabeza, arrimarse más a él, sabía que iban a llegar hasta el final, pensamiento que hacía que sus pechos se volvieran más turgentes... Vió que él hizo un amago de protesta, y antes de que dijera nada, quizás fue la mezcla del alcohol y las ganas de sexo lo que le hizo coger fuerzas y meterle un pecho en la boca. Ya desatada la pasión, metió la cabeza entre sus dos pechos turgentes loco de placer, y sin poder aguantar más, levantó su sugerente falda y... Justina, viendo que perdía el control de la situación, decidió tomar la sartén por el mango. Tumbó a Ulises en una cama cercana y le buscó el final de la camiseta e itrodujo sus manos por debajo. Se la sacó por la cabeza y Ulises empezó a desabrocharse el pantalón pero Justina le frenó... quería hacerle sufrir. Habían esperado tanto tiempo, que Justina quería disfrutar de cada centímetro de su piel, pero Ulises no se quedaba atrás... ya que no le dejaba desabrocharse el cinturón, decidió volver a sus pechos... aquellos que le enloquecían!

     Justina tan pura como parecía... tan inocente... comenzó a besar su torso y a bajar la cabeza por la línea del vello. Ulises cerró los ojos y dejó escapar im gemido ronco. Justina le estaba matando. Cuando su cabeza se encontraba a la altura de su miembro, Ulises volvió a intentar abrirse el cinturón. Justina volvió a impedírselo y mordisqueó su miembro por encima del pantalón. Ulises no aguantaba más así que cogió a Justina y desabrochándose el pantalón antes de que ella pudiera impedírselo, la apoyó contra la pared sujetándola por las piernas. Justina sintió sobre su vientre el tamaño de la erección de su acompañante y con una sonrisa pícara, mordiéndole la nariz, le condujo hacia la cocina... por el pasillos los besos no cesaron... besos agresivos, llenos de deseo y de pasión. Ulises, mientras sujetaba a Justina con un brazo, con el otro juguetaba con el clitorix de ella... Justina gimió... pero de repente Ulises la calló con la mano. Había escuchado un ruido... alguien se acercaba.